La muerte de un ser querido por suicidio puede provocar una serie de reacciones emocionales complejas ya menudo intensificadas por la naturaleza repentina y trágica de este tipo de pérdida. Aquí se detallan algunas de las reacciones más comunes que pueden experimentar los supervivientes:
Choque e Incredulidad:
Inicialmente, muchas personas experimentan un estado de choque y negación. Puede parecer imposible aceptar que el ser querido se ha suicidado. Esta reacción sirve como un mecanismo de defensa para protegerse del impacto emocional inmediato.
Culpa:
La culpa es una de las reacciones más comunes. Los supervivientes pueden pensar sobre las señales que podrían haber pasado por alto o lo que podrían haber hecho diferentemente para evitar la muerte. Este sentimiento puede ser arrollador y muy doloroso.
Ira:
La ira puede ser dirigida hacia uno mismo, hacia el ser querido que ha muerto, hacia los profesionales de la salud que estuvieron involucrados, o incluso hacia Dios. Puede ser una respuesta a la sensación de impotencia y frustración por no haber podido cambiar los eventos.
Tristeza Honda
La tristeza es una respuesta natural a cualquier tipo de pérdida, pero la tristeza que sigue al suicidio puede ser particularmente profunda y persistente, complicada por la forma en que murió la persona amada.
Vergüenza:
Es una de las reacciones emocionales que a menudo afrontan los supervivientes después de un suicidio. Esta emoción puede ser particularmente intensa debido al estigma social que todavía envuelve el suicidio. La vergüenza puede manifestarse de diversas maneras y puede afectar profundamente al proceso de duelo de los supervivientes
Estigma y Aislamiento:
Debido al estigma asociado con el suicidio, los supervivientes pueden sentirse aislados en su duelo. Pueden oír que no pueden hablar abiertamente de la causa de la muerte por juicio o recriminación.
Confusión y Búsqueda de Respuestas:
Los supervivientes pueden buscar desesperadamente responde a preguntas que a menudo permanecen sin respuesta. Esto puede incluir la búsqueda de motivos o el análisis de los últimos días o semanas de la vida del ser querido.
Ansiedad y Miedo:
La ansiedad común, especialmente sobre la propia salud mental o la del resto de la familia. Puede haber una por intensa que otros miembros de la familia puedan seguir el mismo camino.
Problemas físicos:
El duelo intenso puede manifestarse físicamente, provocando cómo fatiga, insomnio, cambios en el apetito, dolores físicos, u otros problemas de salud.
Cambios en la Percepción Personal y de la Vida:
La muerte por suicidio puede alterar la percepción que uno tiene de la vida y su propia identidad. Esto puede incluir cuestionar las anteriores creencias o una revisión de las prioridades de la vida.
Las reacciones frente a la muerte por suicidio varían considerablemente de una persona a otra, y el proceso de duelo puede ser extremadamente personal y único. Reconocer y aceptar estas reacciones es un paso clave hacia la curación. Es esencial buscar soporte emocional y profesional durante los tiempos difíciles para ayudar a procesar estos sentimientos intensos.
Las personas supervivientes, además, tenemos un mayor riesgo de desarrollar problemas mentales como: depresión, adicciones, trastornos de ansiedad, trastorno por estrés postraumático y conducta suicida. Por eso, es importante que durante el proceso de duelo podamos recibir apoyo por parte de familiares y amistades, de la comunidad y, en caso necesario, también de profesionales sanitarios.
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