- Tener el derecho de llorar cuando lo necesite y por el tiempo que sea necesario.
- Tener el derecho de conocer la verdad sobre el suicidio, de ver el cuerpo del difunto y de organizar el funeral según sus propias ideas y rituales.
- Tener derecho a considerar el suicidio como el resultado de diversas causas interrelacionadas que producen un dolor insoportable para la persona fallecida por suicidio: el suicidio no es una elección libre.
- Tener el derecho de vivir plenamente, conviviendo con la alegría y la tristeza, libre de cualquier estigma o juicio.
- Tener el derecho a una vida privada respetada y el respeto por la vida del difunto.
- Tener derecho a encontrar apoyo en familiares, amigos y profesionales de la salud que tengan conocimiento y comprensión sobre el proceso del duelo.
- Tener el derecho de ponerse en contacto con el médico o cuidador que atendió a la persona fallecida.
- Tener derecho a no ser considerado como un candidato al suicidio o como paciente.
- Tener derecho a ofrecer la propia experiencia de superviviente al servicio de otros supervivientes y de cualquiera que quiera comprender mejor el suicidio y el duelo por suicidio.
- Tener el derecho a no ser como antes: existe una vida antes del suicidio y una vida después.
Fuente: “Werkgroep Verder” – la Organización de Apoyo al Suicidio de la región flamenca de Bélgica.