El suicidio es una muerte traumática.
Es un acto violento, prematuro en el tiempo y está estigmatizado a nivel social. Es la intencionalidad, la voluntariedad del acto, lo que hace que se diferencie de los otros tipos de muerte violenta.
Por tanto, el duelo resultante
es considerado como diferente y singular en cuanto a la complejidad en la reacción,
en la temática o contenido, en el proceso social en el que está inmersa la familia y en el impacto
en el sistema familiar. A grandes rasgos, los componentes familiares en estos
duelos presentan mayores niveles de depresión, culpa, ansiedad, hostilidad y
agresividad, trastornos del sueño , síntomas compatibles con estrés postraumático,
tristeza intensa, deterioro importante en las actividades del día a día, aislamiento y
incomunicación social y mayores probabilidades de presentar comportamientos
suicidas. Habría que añadir sentimientos intensos de vergüenza y rechazo, así como una
estigmatización tanto a nivel familiar como social.
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